Venganza

No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor.

Romanos 12:19

Alguien dijo en una ocasión: «Mientras buscas la venganza, prepara dos tumbas, una de ellas será la tuya».

Vivimos en un mundo donde cada vez más se oye hablar de venganza y de cómo poder hacer daño a otros. Pero vamos al fondo de la cuestión: ¿Por qué el ser humano desea vengarse? ¿Qué es lo que lo lleva a cometer semejante acción? ¿Qué hay detrás de todo esto? Creo que la respuesta es bien sencilla. El corazón del ser humano está lleno de odio, rencor, amargura y otros muchos calificativos semejantes a estos. La venganza es simplemente una obra más de lo que hay en nuestro interior.

Bueno, tú podrás estar pensando: Yo no soy un terrorista, yo no he matado a nadie, no soy como esas personas que deciden vengarse y quitarles la vida a otros. – Ok, estoy de acuerdo contigo. Pero déjame meter un poquito más el dedo en la llaga. ¿Y qué pasa cuando quizás en tu corazón te sientes satisfecho/a cuando ves que esa persona que quizás te hizo daño (murmuró con otros de ti, te robó la paz por un tiempo…), ahora ves que, por algún motivo, lo está pagando caro? Quizás existe un sentimiento de «victoria», de «se lo merecía», de «donde las dan las toman», de…

¿Crees que tu corazón es mejor que el de la otra persona? Déjame decirte que ante los ojos de Dios tu corazón si piensa así es igual que el de la otra persona. Recuerda: «Cuando te amarras a la venganza o a la amargura, la felicidad amarrará en otro puerto».

Tomados del libro de devocionales del Pastor: “Meditad sobre vuestros caminos”.