Benjamin Franklin dijo en una ocasión: «Un hermano puede no ser un amigo; pero un amigo será siempre un hermano».
La verdadera amistad es una de las cosas más hermosas que como seres humanos podemos cultivar aquí en la tierra. Lamentablemente mucha gente llama amigos a conocidos de las redes sociales o a personas que apenas acaba de conocer. No quiero quitarle el romanticismo que para muchos tiene esta amistad, pero yo te pregunto: ¿Crees realmente que eso es una verdadera amistad? ¿Crees que esas personas te ayudarán cuando estés pasando por una depresión, enfermedad, o por problemas financieros? ¿Crees que…?
Personalmente soy exigente a la hora de definir una amistad. Para mí, un verdadero amigo es una persona con la cual yo puedo ser «yo mismo». Con mis virtudes y mis defectos. Una persona con la cual puedo contar en cualquier momento, sea de día o de noche, y a la misma vez, esa persona puede contar conmigo. Un amigo, es una persona a la cual le o me puede decir NO y, aun así, nuestra amistad sigue firme como una roca. Es una persona que tiene la libertad de decirme las cosas que estoy haciendo mal a la cara, aunque no me guste lo que me dice en ese momento, pero lo dice para ayudarme y no criticarme. No es una persona que está todo el día halagando mi oído, sino que me dice las cosas con amor, aunque me duela. Creo que este tipo de amistad es muy difícil conseguir en nuestros tiempos. Pero te aseguro que, si tienes el honor de tener alguna amistad así, mantenla, cultívala, dale gracias a Dios por ella. Aun así, puede fallarte.
Por eso yo te animo a que disfrutes del mejor amigo del mundo. Su nombre: Jesucristo. Invítalo a que sea tu amigo. Él no te defraudará.
Tomados del libro de devocionales del Pastor: “Meditad sobre vuestros caminos”.