Alguien dijo en una ocasión: «Apúntale a nada y seguramente acertarás. Apúntale a una meta específica y, aunque no la logres, tendrás la oportunidad de estar mucho más cerca que si nunca le hubieras apuntado».
Piensa por un momento: ¿Cuáles son aquellas cosas o metas a las cuales les estás apuntando? ¿Detrás de qué cosas estás corriendo? ¿Cuáles son tus objetivos o prioridades en esta vida? Por favor, tómate tu tiempo para que lo pienses y luego sigue leyendo.
No sé a ti, pero a mí me gusta el deporte. Prácticamente todos los deportes menos aquellos que tienen que ver con la violencia. Me encanta ver un mundial de fútbol, me gusta disfrutar de unas buenas olimpiadas, etc. Claro está, por TV, ya que los precios para verlo en directo son la mayoría de las veces prohibidos. Ver cómo los corredores sufren casi hasta la extenuación por poder llegar a la meta. Y si aún tienen la posibilidad de ser primeros, mucho mejor. Estos atletas sacrifican muchísimas cosas en su vida por apuntar a una meta concreta. Pasan años entrenando por conseguir esa meta.
El texto del encabezamiento nos habla de una carrera muy especial. Y es la carrera de la vida. ¿Cómo estás corriendo esa carrera? El texto nos dice que: «PUESTOS LOS OJOS EN JESÚS». Si tú y yo decidimos correr esta carrera puestos los ojos en Jesús, te aseguro que la victoria la tendremos segura. Quizás llegaremos agotados y con heridas al final, pero habremos corrido bien y disfrutaremos de haberle apuntado a la mejor meta posible.
Tomados del libro de devocionales del Pastor: “Meditad sobre vuestros caminos”.