Restauración

Aquello que fue, ya es; y lo que ha de ser, fue ya; y Dios restaura lo que pasó

Eclesiastés 3:15

Alguien dijo en una ocasión:

No le des vueltas al pasado pues no lo puedes cambiar, que no te agobie el futuro pues no sabes si llegará, disfruta del presente, no lo dejes escapar, porque cuando se vaya, jamás volverá

No sé si alguna vez has tenido la posibilidad de ver trabajar algún rumiante. Por si estás un poco en «fuera de juego», los rumiantes son animales que mastican por segunda vez, volviéndolo a la boca el alimento que ya estuvo en el depósito que a este efecto tienen algunos de ellos. Al igual que los rumiantes, muchas personas están constantemente masticando, tragando, sacando, volviendo a masticar, tragando nuevamente, y el proceso continúa una y otra vez… Tristemente habrás conocido alguna vez alguna que otra persona que vive así. Y desgraciadamente puede que en algún momento tú también hayas vivido así. Si ese es el caso, quiero recordarte lo que dice este versículo.

El texto nos dice que Dios tiene el poder para restaurar todo lo que ha pasado. Y repito: TODO. Muchas veces las heridas del pasado nos impiden ver el presente con entusiasmo y desde los prismáticos de Dios. Soy muy consciente de que es fácil hablar sobre esto, pero que es muy difícil tratarlo cuando se está en medio de una dificultad terrible y de la cual uno no se puede liberar.

Estoy seguro de que ninguno de nosotros podremos liberarnos de las heridas y tormentas del pasado. Pero yo te estoy recordando lo que dice la Palabra de Dios, y esta dice que Dios SÍ tiene el poder de restaurar el pasado. Hoy te animo, si estás viviendo como un rumiante, a que te pongas de rodillas, abras el corazón y le pidas a Dios que te ayude a restaurar eso que tú no puedes hacer con tus propias fuerzas. ¡Dios te ayudará!

Tomados del libro de devocionales del Pastor: “Meditad sobre vuestros caminos”.