También vimos allí gigantes, hijos de Anac, raza de los gigantes, y éramos nosotros, a nuestro parecer, como langostas; y así les parecíamos a ellos
Números 13:33
Alguien dijo en una ocasión:
Cuando veas un gigante, examina antes la posición del sol; no vaya a ser la sombra de un pigmeo
Creo que podrás identificarte conmigo si te digo que algunas veces habremos visto gigantes donde no los hay. Y cuantas veces nos habremos sentido pigmeos en medio de esos gigantes. Cuántas veces habrás oído decir: Tú no puedes hacer eso. Eso es demasiado para ti. Confórmate con cualquier otra cosa. Deja de luchar y soñar por eso… ¿Te suena?… Seguro que sí. Y seguramente algunos de los que puedan estar leyendo esto, en estos momentos ya habrán abandonado sus sueños y se habrán quedado en la mediocridad. ¡Sí! Léelo bien, algunos ya se habrán quedado en la mediocridad.
Simplemente quiero recordarte la historia donde se encuentra el pasaje del encabezamiento. Moisés había mandado a doce espías a reconocer la tierra prometida. ¡Sí!, esa tierra que Dios les había dicho que era para ellos. Y aunque trajeron frutos maravillosos y grandiosos de esa tierra, y aunque dijeron que la tierra era un lugar que fluía leche y miel, diez de esos espías enviados por Moisés trajeron informes negativos al pueblo. Diciéndole a todo el pueblo que, aunque la tierra era maravillosa, no podrían conquistarla porque allí había gigantes.
Solo Josué y Caleb le dijeron a todo el pueblo ¡QUE DIOS ERA MÁS GRANDE QUE ESOS GIGANTES! ¡Guau! Sirvan estas letras para animar a todas esas personas que aún ven gigantes que no pueden superar. Sirvan también para que puedan pensar y creer que Dios es más grande que todos nuestros gigantes. Josué y Caleb pasaron a la historia y entraron en la tierra prometida. ¿Dónde están los otros?…
Tomados del libro de devocionales del Pastor: “Meditad sobre vuestros caminos”.