No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el Cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón
Mateo 6:19-21
El gran reformador Juan Calvino dijo en una ocasión:
Donde las riquezas tienen el dominio del corazón, Dios ha perdido su autoridad.
Yo quiero dedicar la meditación de este día a pensar en nuestro corazón, o sea, en lo que hay en lo más profundo de nuestro ser para ver cómo podemos mejorar en el uso que podamos darles a los recursos financieros con los cuales Dios nos haya bendecido.
Me gustaría que reflexionaras sobre algunas preguntas. Y que hoy simplemente no leyeras esto de pasada, sino que tomaras un tiempo para pensar en ello. ¿Por qué te gusta ganar dinero? ¿Cuál es el uso que les das a esos recursos financieros que Dios te da la bendición de obtener? ¿Estás trabajando y ganando riquezas materiales para que se queden aquí en la tierra o para que tengan alguna repercusión en la eternidad? ¿Son tus recursos financieros usados para propósitos eternos y celestiales? O ¿para propósitos superficiales y terrenales?
La Palabra de Dios es muy clara, y por favor, no creas que estoy en contra de los muchos recursos materiales. Al contrario, si Dios te da la capacidad de ganarlos y tenerlos, yo doy gloria a Dios por ello. Lo que sí me gustaría que pensaras es en el uso que les quieres dar a esos recursos. En cómo puedes invertirlos. Según el pasaje del encabezamiento, lo que yo puedo decirte es que si tienes la oportunidad de tener recursos materiales y financieros, que los inviertas en el banco que da los mayores intereses jamás conocidos. Ese es el banco del reino de los Cielos. Y lo bueno que tiene ese banco es que los intereses que da son incalculables. Ahora tú decides. Porque donde esté tu tesoro, allí estará tu corazón.
Tomados del libro de devocionales del Pastor: “Meditad sobre vuestros caminos”.