Guarda silencio ante el Señor, y espera en él. No te alteres con motivo del que prospera en su camino, por el hombre que hace maldades
Salmo 37:7
Hay un antiguo dicho que dice lo siguiente:
Cuando hables, procura que tus palabras sean mejores que el silencio.
Seguramente habrás tenido la oportunidad de conocer a personas que hablan mucho, a veces decimos que hablan «hasta por los codos». (Por favor, no pienses en nadie ahora y sigue leyendo, gracias). Y seguramente también habrás conocido personas que hablan muy poco, pero cuando dicen algo sus palabras están llenas de sabiduría. Y es que es muy diferente; «decir cosas a tener cosas que decir».
Qué bueno sería que cada uno de nosotros, siempre que abriéramos nuestras bocas, esas palabras pudieran estar llenas de sabiduría, bendición, ánimo, aliento, esperanza, etc. Y si no fuera así, qué bueno sería poder estarnos calladitos. Creo que una de las cosas más difíciles para nosotros es saber escuchar en medio del silencio. Muchas veces no escuchamos a nuestra pareja, hijos y al Señor, sencillamente porque estamos hablando constantemente. Y si hablamos mucho tenemos poco tiempo para poder escuchar.
Hoy quiero que pienses por un momento en esta primera parte del versículo. Por favor, vuelve a leerlo ahora. Si ya lo has hecho, no sé qué piensas en estos momentos. Pero para mí es como un vaso de agua fresca para un corazón sediento y necesitado. Saber esperar en el Señor no es tan fácil y menos en silencio. Pero te aseguro que, si haces y disfrutas con frecuencia este ejercicio espiritual con Dios, tu vida comenzará a entender y disfrutar de las ventajas de conocer más íntimamente al Señor. Y cuando eso suceda, entonces cuando hablemos nuestras palabras serán de más bendición que el silencio, entonces ya eso no será tan difícil. ¡Pruébalo y notarás la diferencia!
Tomados del libro de devocionales del Pastor: “Meditad sobre vuestros caminos”.