Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado, decid: Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer, hicimos
Lucas 17:10
Alguien dijo en una ocasión:
Nada sienta tan bien en la frente del vencedor como una corona de modestia.
Podemos aparentar modestos o podemos ser modestos. Podemos aparentar que no nos gusta que nos alaben o podemos entregar toda la Gloria al Señor. Podemos aparentar ser creyentes o podemos ser creyentes. Podemos aparentar que somos siervos inútiles de Cristo o realmente podemos ser siervos inútiles de Cristo.
¿Cuál es la diferencia? La diferencia es: Aparentar. Y el diccionario define la palabra «aparentar» de la siguiente manera: «Manifestar o dar a entender lo que no es o no hay».
Recuerdo cuando aún era muy joven que intentaba aparentar ser algo para agradar a la gente. Uno quería agradar a las chicas, quería agradar al entrenador de fútbol, quería agradar a los compañeros de clase, quería agradar a los profesores, en definitiva, quería agradar a todo el mundo. Y eso hacía que uno fuera llevando cada vez más una carga pesada a las espaldas. A estas «alturas del partido» uno ve la vida de manera diferente. Y ya no le importa a uno agradar a las personas tanto como agradar a Dios. Y esto no es fácil en medio de una sociedad tan competitiva y comparativa como en la que estamos viviendo. Permíteme preguntarte: ¿Aún eres de los que realmente se preocupa mucho de lo que otras personas puedan pensar de ellos, o realmente estás más preocupado de lo que Dios pueda pensar? Tú decides. Deja de aparentar y vive tu vida intentando agradar a Dios sin esperar el aplauso y los halagos del mundo. Solo eres un siervo inútil para Dios. ¡Qué gran bendición!
Tomados del libro de devocionales del Pastor: “Meditad sobre vuestros caminos”.